Argentina está finalmente en la semifinal y todo Brasil sueña con una final albiceleste-verdeamarela. Un Boca-River, un Flu-Fla no se podría comparar a lo que sería una final Brasil-Argentina. La anticipación crece y la fiesta continúa para los argentinos igual que para los brasileños.
La guerra de cantos entre la torcida brasileña y la hinchada argentina en los estadios de la selección de Sabella es inigualable. El sábado, los nervios argentinos fueron apaciguados temporalmente en el minuto 8 cuando Gonzalo Higuaín superó a Thibaut Courtois. Los argentinos no habían sentido esa tranquilidad de estar 1-0 arriba en el primer tiempo y mantener ese resultado. Contra Nigeria, el golpe del empate vino en menos de sesenta segundos y el gol de Messi no se pudo disfrutar.
El alivio ayudó que los hinchas elogiesen a Leo cada vez que bajaba una pelota, esquivaba a tres en su camino, arrancaba 30 metros en velocidad con la brazuca pegada al pie. La afición se ponía de pie y cuando finalmente lo pararon, a Messi lo alabaraban como lo hacen en Barcelona. Con los dos brazos alzados alto en el aire, todos los hinchas doblaban el torso y se inclinaban cantando el nombre del messiah: Messi! Messi!
Pero a la medida que el partido empezó a ponerse parejo, los brasileños comenzaron su canto calentando los nervios argentinos. El primero que se hizo escuchar fue uno de Neymar. Y en un gesto de buen espíritu deportivo, los argentinos también se pararon y aplaudieron para el astro brasilero que está fuera de la copa.
Pasaron no más de cinco minutos y los brasileños ya cantaban las suyas: Sou, sou brasilero con muito orgulho e muito amor! Los silbidos argentinos intentaron sobrepasar el canto brasileño, pero eran demasiados los verdeamarelas. Y vice versa. Durante el segundo tiempo cuando atacaba Bélgica y Argentina estaba contra las cuerdas, la hinchada intentó cantar la típica: Brasil decime que se siente, tener en casa a tu papá. Y a esta altura del mundial, los brasileños ya se avivaron de que se trata la canción y ellos sí logran minimizar la buya argentina. Claro, son más.
Pero el ambiente no es de mala leche. Se disfruta. Cada partido de Argentina es como estar en un clásico doméstico. Y uno casi se olvida que no está jugando Brasil, sino Bélgica o Suiza. Los argentinos se inventaron un canto (no apropiado para este blog) reclamándole a los brasileros que no son ni suizos ni belgas. Este miércoles seguro que cantarán una para los brasileños que se creen holandeses.
