
Sebastian Abreu es ya, casi sin proponérselo, una leyenda del fútbol sudamericano. Su amplía carrera, su dilatada trayectoria, la cantidad de camisetas que vistió, y los grandes momentos en la cancha que llevan su firma, lo hace un jugador inolvidable.
En una entrevista imperdible, mano a mano con todo el equipo de Fútbol de Primera, el Loco habló de todo, de su vida, de su relación con el deporte y de sus sueños.
Abreu confirmó, recientemente, que luego del partido de su último club, el Sud América de Uruguay, frente a Liverpool, precisamente el primer equipo al que enfrentó como profesional, dejaría de jugar al fútbol: “En realidad nunca pasé por la situación de dudar, de retirarme y después volver. Esta es la primera vez que tomo la decisión totalmente convencido y entendí que hay que bajarle el telón al futbolista y abrirlo de nuevo al entrenador”.
El Loco tiene claro que quiere seguir su vida dentro del deporte y así lo explica: “Tuve la posibilidad de dirigir en El Salvador donde pudimos lograr el campeonato y también de tener la doble función de entrenador y jugador acá en Uruguay, en Boston River, y eso me dio un acercamiento a este tema, a la toma de decisiones, las exigencias, las responsabilidades y reafirmé que al dejar la actividad profesional, mi idea era seguir disfrutando del fútbol pero como entrenador”.
Quizás una de las cosas que más identifica la carrera de Sebastián Abreu sea su particular forma de cobrar los penales, marca que le dio la vuelta al mundo. “Uno empieza entrenando y practicando una nueva modalidad, diferente y especial…si la picás y la errás, tiene consecuencias pero también si lo hacés. Cuando entiendes que es una situación atípica empieza la parte psicológica. Entender que te estás jugando y empiezas a evaluar al arquero también”, afirma y cuenta: “Pero ahí es donde uno trata de utilizar lo que era ilógico en ese momento y la verdad es que de 24 penales que piqué, metí 22”.
El Loco habló sobre el famoso penal contra Ghana en la Copa del Mundo: “Tuve la chance de ver los 4 penales previos y claramente se veía que el arquero cuando el uruguayo apoyaba el pie al lado del balón, él ya estaba dando un pie hacia adelante y volcándose al lado derecho …por eso hay que picarla suave, entonces lo hice así para que no se me fuera por arriba. Por eso ustedes ven que la piqué medio cagado así suavecito…después levanto la mirada y lo veo al arquero en el piso y me dio una felicidad inmensa”.
Hablando sobre los penales, Abreu contó una historia imperdible sobre como le cambió la decisión al Maestro Tábarez sobre el orden de los cobradores de ese día: “Cuando me nombra tercero yo tenía un presentimiento que lo iba a liquidar y me le arrimo para decirle, le digo que tengo el presentimiento y me mira con cara sospechosa y me nombra de quinto y las cosas de la vida que pude liquidar el partido”.
México lindo y querido
Abreu pasó mucho tiempo de su carrera en México y dos de sus hijos nacieron ahí, por eso le tiene un amor especial a esa tierra: “Que lindo Guadalajara (dice entre risas cuando se le pregunta desde ahí). Más allá de los deportivo me une lo afectivo. México me dio prestigio, crecimiento profesional, ser campeón de goleo, me dio mucho en una etapa muy importante de mi vida”
El uruguayo es realmente agradecido a este deporte que le cambió todo y por ende a la hora de adjetivar su relación con el fútbol, dice: “Desde mi lado nunca voy a quedar a mano con el fútbol, porque el fútbol me dio más de lo que yo le pude dar. Soy un eterno agradecido porque lo disfruté durante 26 años, porque cumplí sueños de chico, porque jugué 2 Copas del Mundo…la única cuenta pendiente que me quedó fue ser campeón del mundo y estuvimos ahí, nos quedamos muy cerquita. Ahora será un desafió como entrenador esperando que pueda tener las virtudes para llegar ahí”.
Todas las camisetas
A pesar de jugar en muchísimos lados y de vestir un montón de camisetas, Abreu piensa y retrocede la película de su vida y dice: “No me quedé con ningún sueño frustrado a nivel de equipos ni de jugar en algún club en particular” y recalca: “En mi época, para un chico que nació en una ciudad de 30 mil habitantes (Minas, Uruguay), el Real Madrid o el Barcelona, era Nacional y la selección uruguaya, por eso haber jugado en Nacional y la selección era lo máximo, era lo que yo aspiraba”.
El Loco es aficionado a cambiar camisetas y está armando su propio museo: “Coleccionaba y guardaba, era como el recuerdo de esos partidos que jugué. Después se enteraron mis compañeros y cada vez que nos juntábamos me traían camisetas. El otro día estaba contando y tengo alrededor de 1.500. Es un museo personal, en mi casa, es un lugar de recuerdo. Pongo el mate y estoy ahí y te pega la melancolía y los recuerdos”.
Abreu tiene claro cuales son sus tesoros más preciados: “Hay un espacio donde está la camiseta de Diego (Maradona) en Boca, la del año 97, la de Enzo Francescoli cuando lo enfrenté con San Lorenzo y él en River, está la de Ronaldinho cuando lo enfrenté al Barcelona, o la de Messi cuando jugamos en contra en la Copa América, aparte de la de Luis Suárez y la de Diego Forlán en el Manchester United. Ese es un rincón especial”.
Audio con la entrevista a Sebastian Abreu: